A pesar del ruido nocturno del bar del Loki Hostel donde he hecho noche tras la llegada a la Paz, estaba tan cansado del tour del salar de Uyuni que dormí bastante bien y me levanté pronto para dar un paseo por la Paz.
A dos pasos de la puerta del hostel está la plaza Alonso Mendoza donde comienza la calle peatonal que nos lleva al puente que cruza por encima de la carretera. Nada más cruzar ya estamos en el centro de la ciudad, a 500 metros por la calle comercio nos encontramos la Plaza Murilo, una colorida plaza llena de palomas, vendedores ambulantes y paseantes que te sumerge en la colonial la Paz.
Caminando por aquí tedas cuenta de que la Paz es todo cuestas, lo que sumado a la altura hace que el paseo sea agradable pero muy lento. Desde la Plaza murillo, en unos minutos llegas a la famosa calle Jaen. Por el camino, se puede ver el bullicio de la ciudad que está despertando. Sólo hace falta echar un ojo a los cientos de tejados que se ven cuesta arriba y cuesta abajo para darse cuenta de la extensión de esta urbe.
La calle Jaen es una de las más famosas de la Paz, una cuesta adoquinada y colorida que seguramente sea la mejor conservada de la ciudad. Plagada de museos y cholitas paseando arriba y abajo. Aquí me dí cuenta de lo «tímida» que es la gente en Bolivia. Traté de sacar fotos con la cámara a la gente -pidiendo permiso- pero todas las respuestas fueron malas caras y negativas. Incluso cuando iba a hacer alguna foto de la calle los bolivianos que pasaban se tapaban el rostro… incluso un vendedor de algodones de azúcar me montó un lío por hacer una foto con el móvil mientras el estaba de espaldas. Flipante esto de la Paz. La primera vez en que me pasa en el mundo.
De aquí, puse rumbo al famoso mercado de las brujas. De camino, compré una empanada en un puesto callejero por un para de bolivianos que estaba buenísima. El «mercado» me encantó. No sólo las típicas tiendas con fetos secos de llamas que usan para bendecir las viviendas nuevas, sino, las callejuelas, los patios interiores de las casas con sus bares y terrazas, el estilo de los edificios, los balcones,… TODO! que gozada de lugar. Sin duda uno de los barrios más especiales de la Paz.
Tras comer algo por allí, negocié un taxista el trayecto hasta el aeropuerto, al final 80bs, 10 más que lo que me cobro ayer el colectivo de regreso desde el salar de Uyuni. El vuelo a Rurrenabaque (160€ ida y vuelta) es muy cortito, media hora escasa. Con tiempo se puede ir muy barato en autobús por la carretera de la muerte pero el trayecto es de unas 22 horas.
Como llegué a la Paz por tierra fue impresionante el despegue, ver la inmensa llanura de la planicie sin fin de el alto y como una enorme brecha la corta, bajo un acantilado, ver nacer de nuevo la Paz. Llegaba otra de las etapas más esperadas del viaje. Rurrenabaque! Ya estaba en camino.
Rurrenabaque, tour pampas de 3 días.
El aeropuerto de Rurre es una perla en miniatura. La pista de aterrizaje es diminuta y está rodeada de palmeras por todas partes lo que hace que parezca que estamos en mitad de la jungla. Tras aterrizar el avión aparca en una pista de tierra y una van te lleva a la terminal llena de mosquiteras mientras las maletas llegan en moto. El aeropuerto está cerca del pueblo y como solamente hay un par de vuelos al día, cuando llegas hay un autobús y varios taxis esperando para llevar a los pasajeros sin transfer al pueblo.
El autobús al centro del Rurrenabaque y el colectivo hasta la puerta del hostel lobo costaba lo mismo (10bs) así que la decisión estaba clara. Además, en el colectivo iban un par de amigas francesas Anne Sophie y Gigi que iban a hacer una el tour de las pampas y la otra el de supervivencia en la selva.
En mi planificación, yo quería hacer los dos tours, pero al final como vienen a ser de 3/4 días cada uno, no me daba tiempo y decidí ir al de las pampas que de entrada parecía más divertido.
Así, que como ellas tenían que pasar por su agencia a hacer el checkin y el taxista decía que Fluvial tours era una de las mejores agencias de Rurrenabaque, me bajé con ellas y pillé allí mismo el tour de las pampas. Hacerlo por libre sale más barato que cogiendo el paquete en La Paz que incluye los vuelos, hostels en Rurrenabaque y el tour fluvial.
Resulta que Fluvial Tours es una de las primeras agencias de viaje que hubo en Rurre, de hecho el padre de Pepe -el actual dueño- es quien rescató en 1981 al israelí que hizo famoso Rurrenabaque tras sobrevivir 21 días perdido en la Selva. Yossi relató su aventura en su libro «Back from Tuichi » que llegó al cine en 2017 con el nombre de «Jungle«.
La primera noche en el Hostel Lobo fue una gozada. Pasar del frío que había pasado estos días atrás a una noche de ventitantos grados disfrutando de la piscina del hotel con una cervecita y rodeado de palmeras no tiene precio. Además, la habitación compartida de 5 estaba vacía así que era una inmensa habitación individual. Como normalmente hace mucho calor las pareces exteriores del hotel son inexistentes, quiero decir, tiene tres paredes, la de la puerta y las que separan de las otras habitaciones, sin embargo, la que da a la jungla es una maya metálica. Tuve la mala suerte de que esa noche el viento fuera muy fuerte y no pudiera dormir demasiado bien. Sin embargo, la ducha y el desayuno de la mañana lo compensaron.
Por la mañana, nos juntamos el grupito que ibamos a hacer el tour, Anne Sophie, Pedro un viajero solitario de Zaragoza, Gerard y Eva de Lleida. Tras dos horas de coche echando muchas risas con el conductor por pistas de tierra a toda velocidad (casi nos empotramos contra una vaca y todo) llegamos al río donde nos esperaba nuestra canoa.

Nuestro capitán, Juan Carlos, mientras íbamos flipados viendo cocodrilos, aves del paraíso, capibaras , monos y demás, nos explicaba las curiosidades de la jungla. En un trayecto de otras dos horas río arriba que se hizo corto no podías pestañear sin perderte uno o dos aligatores.

El hotel, aparece de repente tras una curva del río. una serie de pequeños edificios de madera a un metro y medio del suelo unidos por puentes colgantes. Qué maravilla. El comedor es básico pero suficiente, visitado por unos monitos ardilla todas las mañanas para jugar con la comida. La sala de descanso con sofás, hamacas, billar,… todo un lujo. Las habitaciones también son sencillas pero suficiente para descansar y ducharse. No tuve que utilizar la mosquitera que llevaba porque todas las camas tenían la suya incorporada.
Hicimos las excursiones típicas de las pampas bolivianas, buscar la anaconda (sin suerte), navegar de noche entre los ojos de los caimanes y aligators, ver el amanecer y la puesta de sol, pescar y cenar piraña, nadar con los delfines rosados… realmente se hace corto y será para siempre una de las experiencias de mi vida, sin duda. No podría haber encontrado unos mejores compañeros de viaje para estos días que vosotros, gracias chicos. Ya sabéis que tenemos algunas excursiones pendientes aún!

Respecto al riesgo de malaria que hay en esta zona de Bolivia… primero decir que por lo que me dijeron hace muchos años que no se registra ningún nuevo caso. Pero por si acaso, es recomendable ir embadurnado de relec porque si no los mosquitos te comen vivo literalmente. Además, llevé también el malarone para, por si acaso, tomar a posteriori, de camino al hospital si en los diez días siguientes sentía fiebres altas.
A la vuelta a Rurrenabaque ya eramos un grupo de amigos, incluido nuestro chofer Kike. Gerard y y Eva tenían vuelo esa misma tarde. Ellos consiguieron hacer el tour de las Pampas de tres días dos noches sin pasar ninguna noche extra en Rurrenabaque. Llegaron con el vuelo de la mañana del primer día y volvieron con el de la tarde del tercero. Cuando planificaba el viaje pensaba que no era posible por las horas de salida de los tours pero en Bolivia todo es posible.
Aún así me alegro de haber pasado las noches en Rurre porque es un pueblecito pintoresco y de ve en cuando hace falta descansar un poco. La última noche tanto Pedro como yo dejamos nuestros hostels y nos fuimos al de Anne Sophie y su amiga Gigi, el Curichal Hostel, más txiki que el Lobo pero bastante mejor en todo lo demás. Una piscinita pequeña, unas camas super cómodas y ambientazo con los compañeros de habitación.

Después de cenar quedamos con Kike, Gigi, y algunos compañeros de habitación para ir a hacer una hoguera con unas birras a la playa del río. Como la cosa estaba animada y Kike tenía el coche nos fuimos a un pueblo de a lado que está de fiestas y allí los únicos gringos que se habían presentado alguna vez eramos nosotros. Al principio los locales fliparon un poco pero enseguida nos integramos bailando cumbia o todo lo que pusieran. Lo pasamos en grande. Qué buena despedida de Rurrenabaque. Volveré!
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