Ayer, tras disfrutar de mi segundo día en Pekin y decidir no ir por libre al sector de Mutianyu porque prefería ir al sector de la gran muralla china entre Jinshanling y Simatai, la pena fue que en el hostel en el que estaba no tenían exactamente este sector medio virgen medio reconstruido, precioso según las fotos que había visto en Internet. Inaccesible sin agencia y en solitario para un viaje low cost. Como en el Pekin Youth Hostel ofrecían para este día un sector de la muralla china Gubeikou-Jinshanling que a pesar de no llegar a Simatai tenía buena pinta me decidí por él (300RMB).
A primera hora de la mañana me encontré en la puerta de hostel con Maja y Chengiz, la pareja con la que estuve decidiendo si ir por libre en taxi o con el hostel, si ir a este tramo o a algún otro. Nos montaron en un autobús lleno de turistas jovenes, este tramo es uno de los más salvajes y duros según dicen y todos íbamos preparadas como para hacer un buen treking por el monte con botas y ropa técnica.
Tardamos unas dos horas en llegar. Este tramo no es como los demás que he visto por ahí, es más autentico, mas desolado, menos reconstruido y más inaccesible, no existen tirolinas ni teleféricos para subir o bajar y hay que hacer un treking de aproximación de una hora más o menos por el monte hasta poder subir a la muralla trepando por un lateral de escombros de rocas.
Para estas alturas, tras habernos perdido en algún cruce (sin guía siguiendo el sendero guiados por otro chico y yo que íbamos con el GPS del móvil en mano) ya estaba claro quien del grupo tiraba del carro y quien se quedaba atrás rezagado, Chengiz y yo íbamos cerca del grupo más en forma mientras que Maja se quedaba atrás sufriendo en los repechos del monte. Mi idea era clara, quería hacer fotos muchas fotos de la muralla y si había ido a un tramo tan poco frecuentado por turistas no quería gente en las fotos así que apretaba para ir de los primeros.
Una vez llegamos a la muralla, el grupo ya estaba completamente fragmentado, los más jóvenes tiraban con fuerza y nos hacían ir con la lengua fuera en algunas de las rampas más duras del comienzo del treking por este tramo de Gubeikou en la gran muralla china. Este sector está destruido, nada reconstruido, lo que hace que en ocasiones parezca más un sendero estrecho con un precipicio a los lados que una muralla. Otros cachos está tan rotos que hay que agarrarse con pies y manos para sortear algunos de los desniveles.
Según vas avanzando y dejando atrás torres, la muralla está cada vez mejor, quitando algún tramo en el que se los carteles advierten del peligro de derrumbe y «aconsejan» bajar para volver a subir cien metros más adelante el final del trayecto es bastante bueno. Ya llegando al final te encuentras una de las pendientes más pronunciadas, larga y dura de esas que esperas encontrar en la gran muralla china, rematada con una torre enorme a la que hay que trepar para poder seguir adelante, que gozada de aventura.
El trayecto acaba en una zona militar que está cerrada y no permite continuar, por lo que tras almorzar en la última torre que está medio demolida, con unos cinturones que mantienen sus paredes en pie, emprendimos la vuelta hasta la torre donde comenzaba el descenso hasta el parking donde nos recogería el autobús.
No era el sector que quería hacer, no, pero desde luego esta visita de la gran muralla china ha sido fantástica, no la cambiaba por nada, todo un acierto. En todo el trayecto, en toda la mañana, quitando a los compañeros del autobús nos hemos cruzado con tan sólo unas 5 personas, esto en China no tiene precio.
Tras volver a Pekin, a nuestro hostel, pegarnos una ducha y descansar una horita, decidimos irnos a dar una vuelta por la calle de los bichos, ufffff que olores mas penetrantes a basura, lo de los bichos… muy risas, poco apetecibles, ya loshe probado en otros países y sólo saben a aceite así que yo me decanté por unos dumplings de gambas, de los más ricos que he comido nunca, no se si por el hambre de la excursión pero una delicia. Con ganas de tomar una copa nos decidimos a ir, Chengiz, Maja y yo, a la zona del lago a ver si había algo de ambiente.
No se si por el cansancio o las prisas para no perder el último metro, pero nos confundimos de estación y tras media hora de más aparecimos en la otra punta de Pekin. Ya no había más metros así que empezó la dura tarea de pillar nuestro primer taxi en Pekin, primero no conseguíamos parar ninguno y para uno que conseguimos parar no conseguíamos hacernos entender a donde queríamos ir. Como vimos que el taxista se estaba frustrando y nos quería dejar allí saltamos dentro del taxi antes de que se fuera, un policía empezó a pitar para que nos fuéramos y el taxista más y más nervioso. Joder, los taxistas chinos no entienden los mapas! No insistas, la cosa no mejora, como pueden no entender que queremos ir al lago de pekin? Pues así es. Al fina, se nos ocurrió darle la dirección de una parada de autobús, bendito maps me que tiene información de todo, con la dirección la puso en su GPS y todo sobre ruedas, el trayecto fue barato, unos 20 minutos de noche no llegaron a 3€ de taxímetro.
Los bares estaban vacíos, con música en directo y una cerveza carísima, unos 7€ cada una… tras tomarnos un par nos fuimos hacia el hostel. Una jornada larga y dura, Chengiz al día siguiente se iba a Xi’an así que nos dependimos a lo grande, Maja y yo iríamos a ver el Palacio de verano al día siguiente así que un buen rato de descanso nos vendría bien.
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[…] desperté pensando en el palacio de verano y con la resaca de nuestra excursión a la gran muralla china desde Gubeikou hasta Jinshanling, y habiendo aprovechado al máximo los días anteriores en Pekin, me parecía que me iba a sobrar […]
[…] Tener que moverse sólo por este país no tiene nada que ver con pasear por hutongs, contratar una excursión a la gran muralla o visitar el palacio de verano. Por eso, en este desayuno voy repasando mentalmente todo lo que […]